Así, a las claras. Porque si algo ha quedado claro en
estas elecciones, es que todos se merecen una hostia. Menos tú y menos yo,
claro, que es lo que piensan todos, porque lo único en lo que están todos de
acuerdo es en que la culpa es del otro. Para los independentistas, sus males
vienen del Gobierno Central, y para los españoles nacionalistas, es que los
catalanes son estúpidos/insolidarios/inserte adjetivo negativo a su gusto.
Pero no nos quedemos ahí, vayamos repartiendo las hostias
una a una, que es lo que más gusto da.
En primer lugar, a Artur Mas. Un hombre cuyas ínfulas ya
son más grandes que el territorio que pretende nacionalizar y dirigir. Al que
le dan igual los porcentajes, con tal de poder seguir con el tema de la
independencia. Y al que, cada vez más sospechamos, que le da igual la
independencia con tal de poder seguir como dirigente y haciendo negocios con
Dios sabe quién, llevándose el dinero todos sabemos dónde. Que la corrupción es
algo de la capital de España, hasta que los Puyol se pasan de visita.
En segundo lugar debería ir el PP, pero haremos una
honrosa excepción, ya que en estos casos el hostión ya se lo han llevado solos.
Sin embargo, esto no libra a Rajoy. Un presidente que
desconoce las leyes de su propio país, se niega a comentarlas (habiendo temas
tan jugosos como la cubertería, con sus platos y sus vasos), y tampoco se
molesta en temas banales, como dar declaraciones como presidente o cabeza del
partido tras los resultados.
Coleta morada tampoco se salva. Por muy bien que hayas
hecho algo (susponiendo que asi sea, que con su nuevo apelativo es algo
dudoso), si cuando te preguntan por los fallos de tu campaña, afirmas que es
que te has preocupado demasiado por los ciudadanos y su bienestar en lugar de
aferrarte al problema soberanista como un borrego, en mi colegio al menos, te
hubieras gana una leche. Más pequeñita que las otras, eso sí. La de la falta de
autocrítica, esa que dan las madres casi con cariño a su niño para que aprenda.
Finalizando con los partidos políticos, PSOE y Ciudadanos,
sí creo que se salvan. El primero, porque se ve que con las que se llevó los
años pasados ha aprendido algo, y ahora se mantiene aferrado a las cuerdas del
ring, sin ser ni mucho menos lo que fue, pero sin caer a la lona. Y los
segundos porque, con el peligro que puedan tener (de lobos con piel de cordero,
o al menos de perro pastor), hay que reconocerles el buen juego político que
están haciendo. Hasta que descubran su otra cara, si es que la tienen, touché.
Pero aún queda una gran hostia. Y es para unos pocos, pero
que tienen pinta de recibirlas regularmente todos los domingos, por lo que
sabrán repartírsela. Y es para el simpático grupo que se ha juntado en Sol esta
noche, para exigir la permanencia de Cataluña en España.
De una Cataluña QUE NO QUIEREN. Que seguramente no vayan a
pisar nunca, para no mezclarse con los catalanes. Pero eso sí, de independencia
nada. Esa gente que ni come ni deja comer (aunque parece que de vez en cuando
alimentan a algunos aguiluchos por sus banderas). Esos, que si Cataluña votara
su independencia, dirían que no, pero que si el PP votara echarles de España,
seguramente dijeran que sí. Para ellos, con todo mi corazón, una gran hostia en
la boca.
Pd: Todas las hostias de las que se habla en este artículo
son, metafóricas. Que están los ambientes muy caldeados, y no quiero ser yo
quien provoque disturbios por andar dando hostias por ahí.