En primer lugar, tienes que tener claro si quieres crear una velada perfecta o una inolvidable.
Seguramente tu pareja nunca olvide la noche en la que pintarrajeaste y quemaste todas las fotos de su madre que guardaba en casa, pero es probable que esa noche no llegue al top 5 de sus noche ideales.
Concéntrate en decir su nombre durante la cena y sobre todo tras ella (cuando estéis realizando eso por lo que te estás tomando tantas molestias con la cena), y no el de alguna vecina adolescente, tu jefa, ni mucho menos tu amante en caso de que lo tengas.
Pequeños detalles como esos pueden hundir el ambiente.
No mezcles ningún tipo de droga con su comida.
Aunque pueda molestarte que tu pareja hable tanto o se muestre tan activa o tan cansada, el obligarla a tomar sustancias sin su conocimiento no es la forma sana y madura de lidiar con ello.
Intenta que no te vea manteniendo relaciones con otra persona al entrar en tu casa.
Aunque después sigas a rajatabla el punto dos y nunca confundas su nombre, es muy probable que el ambiente se vea enrarecido desde ese punto.
Por último, lo más importante. NO INVITES A TU MADRE A ESA CENA.
Por mucho que sus croquetas sepan mucho mejor que las tuyas o prepare un cóctel afrodisíaco sin el cual tú no estarías en este mundo, la inclusión de tu madre en la cena romántica sólo puede eliminar de golpe todo ambiente sensual, o incrementarlo, en cuyo caso te sentirás aún peor.
Si sobra comida y sillas para una tercera persona invita a tu amante (pero recuerda no confundir los nombres). O mejor, ten un detalle e invita al de tu pareja.
