sábado, 20 de mayo de 2017

ActuAndo IV: Una abuela cotilla

“Meto el pañuelo azul en el puño y sale de color…”
Me encuentro actuando para una comunión, en el bello jardín de un restaurante perdido de la mano de Dios.
“¡Verde!”- gritan los niños.
“Pues no, ha cambiado de color, pero esta vez lo ha hecho a blanco.”

Los niños se sorprenden y aplauden. Los padres se sorprenden y rien. Una de las mejores cosas de realizar actuaciones de magia es poder ver esa sorpresa en los ojos de todos los…Espera, ¿qué le pasa a esa mujer? La abuela de la niña de la comunión no está riendo ni aplaudiendo, está mirando con cara suspicaz mientras estira el cuello para tratar de ver el interior de mi maletín.

¿Os había  dicho que tengo un maletín?  Hay demasiadas cosas que utilizar en el show como para llevarlas todas en los bolsillos, por lo que las guardo en un maletín. El cual coloco cuidadosamente para que el público no pueda ver su interior. No porque dentro se puedan ver los secretos (¿qué secretos? si todo es magia real), sino por si me he dejado alguna muda de recambio allí. Ya sabéis lo desordenados que somos los jóvenes. Pero vamos, que el interior de mi maletín mágico no se mira, y ya está.


En fin, la actuación continúa. Unas cuerdas se rompen y recomponen, variando su forma una y otra vez.
Todo es tan mágico, tan… ¿QUÉ HACE LA ABUELITA? Está tratando de rodear mi escenario imaginario (recordemos que no dejo de estar en un jardín), con la excusa rastrera de recuperar la pelota de uno de los niños. Cada vez que llega hasta ella, al agacharse, le da una pequeña patada para mandarla más lejos y acercarse un poco más, en una actuación que avergonzaría al más torpe de los clown.

Poco a poco me va rodeando y se acerca el peligroso momento en que se sitúe detrás del maletín. Peligroso porque puede llegar a ver mi muda de recambio, lo que le restaría mucha elegancia al espectáculo (recordemos que no es como si tuviera trucos ocultos en el maletín,  toda la magia está en mí. Y cualquiera que me conozca puede confirmarlo). En mi cabeza veo como el ángulo de visión de la señora comienza a rozar el interior del maletín. Quedan escasos segundos.

Consigo terminar la rutina y, mientras el público aplaude, me dirijo veloz hacia el maletín, para taparlo con mi cuerpo mientras recojo la pelota del suelo y se la doy a la señora. “Tome, aquí la tiene señora. Ya puede volver a su sitio a disfrutar del espectáculo “. ¿Soy o no soy un derroche de educación y galantería?

 Fotografías de los mismos juegos en una actuación anterior.

El resto del show transcurre sin accidentes, llegando (como suele suceder tarde o temprano en todo acontecimiento) a su final. Aplausos generales y agradecimiento en persona de la madre. Qué bonito es mi trabajo. Solo queda recoger y marchar.

Espera…. la abuelita se está acercando. Veo cómo se prepara para hablarme. ¿Qué veneno saldrá de sus labios, tras tratar en varias ocasiones  de ver “el truco” tras mis juegos de magia?

Abre la boca y me dice…
“Enhorabuena hijo, ha estado muy bien.”

¡Fíjate, si resulta que la señora era un encanto! De hecho estoy empezando a pensar si no habría ido realmente a por la pelota del crío sin mala fe. ¿Habré imaginado yo todo, mientras la pobre mujer disfrutaba del espectáculo?

“Solo una cosa. El último juego que has hecho… ¿Cómo lo haces?”
¡Lo sabía! Será víbora... Tan solo quería cogerme desprevenida la muy…
“¿El de la naranja?”, le pregunto. Realizo un juego muy original en el que una carta elegida aparece finalmente dentro de una naranja. Creo poder afirmar sin equivocarme que ese juego solo lo realizo yo y un par de cientos de miles de magos más.
“Si, ese, hijo.”
“Ah, es muy fácil.“ Veo la emoción en sus ojos a punto de descubrir el secreto “Con magia”.
Puedo ver como la emoción de sus ojos se transforma en… ¿odio? Es verdad es que la respuesta lo merece, lo admito, pero si pensaba que uno va por ahí rompiendo el famoso (e inexistente) código de los magos….
“Ya, si mi hijo ya me dijo que no me lo dirías…”

Bien, la señora se rinde. A recoger y a casit...Espera, contraataca: “Pero hombre, cuéntamelo. Si total, ¿a quién se lo voy a decir yo, en los cuatro días que me quedan?”
¿Pero esto qué es? Chantaje emocional con su cercana mortalidad… ni el mismísimo  Houdini saldría de esta.  ¿Cómo se supone que salgo de esta?

En ese momento mi teléfono  comienza a sonar.
“Discúlpeme, tengo que cogerlo” Nunca he sentido tanto amor por una llamada de Movistar.
“Sí, sí, claro, cógelo. Tranquilo, yo ya me marcho”

Ufff… afortunadamente la situación se ha resuelto sin problemas. Aunque juraría que mientras se va puedo oírla decir “Y no me dice “con magia”, el muy gilipollas…”

El susodicho juego, con un peinado que me asemeja demasiado a un emo y un espectador sin rostro


Pd: A vosotros, fieles lectores, si os puedo confesar el secreto del juego en el que aparece una carta en la naranja. Veréis, lo que se necesita es enterrar una carta pequeñita rodeada de semillas de naranjo. Así, cuando el árbol crece, las naranjas salen con cartas dentro. Lo más importante es saber qué carta plantaste, porque es la que luego saldrá. Yo suelo hacer una marca en la corteza del árbol, pero cada mago tiene sus métodos aquí (y bastante he desvelado ya).