Una mesa llena de naipes.
Cuatro sillas alrededor.
No, no estoy haciendo una función de magia.
También hay en la mesa
varias pilas de fichas de póker. Eso debería daros una pista bastante buena de
lo que estoy haciendo.
Uno de mis contrincantes,
al que acabo de conocer, pregunta a que me dedico.
"Carrera en Publicidad,
máster en Guión", respondo intentando no desconcentrarme. O que al menos parezca
que entiendo que cojones hay que hacer en este juego para no perder todo tu
dinero.
"Hace actuaciones de
magia, de teatro, circo... ¡Este chaval hace de todo!"
Ese es mi amigo Fer. Le
conocí en un grupo de teatro en mi primera universidad y me presenta a todos
como "Mi amigo actor".
Debí suponer que diría algo.
No me malinterpretéis,
estoy muy orgulloso de mis actuaciones. Pero cuando alguien lo dice en una mesa
de póker, la reacción del resto no suele ser "Que maravilla, te contrataré
e iré a tus actuaciones para disfrutar de tu arte".
Es más común escuchar
una serie de tópicos sobre magos y trampas de juego, preguntas sobre si podrías
hacerte rico yendo a un casino y algún que otro comentario acerca de un mago
primo de un vecino de su cuñada, de cuya existencia ven imprescindible
informarte.
Y, además, la gente empieza a mirarte más fijamente a las manos.
Pero debo decir que no me
esperaba que la frase que siguiera a esa revelación fuera un "¡No jodas! ¡Yo
a ti te he visto actuar!"
Si alguien puede calcularme
las posibilidades de que un arquitecto que vive en Lavapiés acuda a un pub
irlandés por Prosperidad la noche que actúas allí y luego lo reencuentres por
un amigo en común, jugando al póker, le agradecería que lo hiciese y lo dejase
en los comentarios.
Sospecho que la posibilidad
de su asistencia está muy ligada al ligarse a una chica de ese barrio, por si
eso ayuda en el cálculo.
Sospecha que se puede ver incrementada por el hecho de
estar hablando durante la siguiente media hora de los mejores espectáculos de
magia para llevar a un ligue.
Por
cierto, si alguien tiene curiosidad por cuáles son los mejores, son los míos.
Incluso desarrollé una táctica de saludo en el intermedio para que vuestro
acompañante vea que os codeáis con el artista. Que no se diga que me intereso
por mis fans.
Y, por si esto fuera poco,
tras descubrir mi profesión, no se hizo ningún comentario acerca de casinos o
trampas de juego. Supongo que la
moraleja de esta historia es que la vida siempre puede sorprenderte.
Bueno, ahora que lo pienso,
tal vez se hiciera algún comentario.
O varios.
Lo cierto es que llevaba ya
algunas copas de vino y, tras la sorpresa del reencuentro, el resto de la
conversación perdió bastante interés.
Tal vez la moraleja sea que todo pasa
mejor con unas copas de vino, pero no me parece una moraleja muy adecuada para
comenzar estas historias.
En fin, supongo que esta es
una historia de “elija su propia moraleja”. Y que no hagáis preguntas a un mago
sobre trampas y casinos sin invitarle a una copa antes.
Pd: Para que vieran mi
honorabilidad y apreciasen que no hacía trampas de ningún tipo con las cartas,
perdí la partida. Lo dicho, todo por mis fans.
No hay comentarios:
Publicar un comentario