“Desde que le dije que teníamos
que dejar de hablar no me ha llamado ni una sola vez. Ni siquiera me ha mandado
un mísero mensaje” ha declarado, apesadumbrado, el pobre hombre.
Javier, que insistió repetidas
veces a su amiga de que lo que había entre ellos no podía funcionar y tenían
que cortar todo contacto, pasa toda la entrevista mirando su teléfono móvil
buscando algún mensaje suyo. “Es que ni una pseudomención en Twitter, nada.”- nos
comenta. “Qué es verdad que la dije que todo eso era muy inmaduro, pero si sólo
porque se lo repita varias veces ya va a dejar de hacerlo… eso es qué en el
fondo nunca le importé.”
Cuando nuestro reportero, harto
de tanta gilipollez contradictoria, ha procedido a preguntarle de manera
educada (mientras le zarandeaba cogiéndole de las solapas de su chaqueta): “¿Pero
vamos a ver, tú quieres que te hable o no, pedazo de subnormal?”, el hombre ha susurrado
entre sollozos “Sólo quiero que me hable para poder ignorarla. La idea es saber
que le sigo gustando y que piensa en mí aunque no pueda tenerme. ¿Por qué nadie
me entiende?”.
Muy bueno ;)
ResponderEliminarMuchas gracias misterioso desconocido. Por ser el primer comentario ha ganado un coñazo, pero al ser anónimo no sabemos a quien mandarlo. Una pena oye.
ResponderEliminarEra un cochazo. Pero vamos, que para el caso es lo mismo.
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