En el mundo
hay tías buenas, todos lo sabemos. Las vemos a diario en la televisión e
Internet (de hecho hay gente que prácticamente no ve otra cosa en Internet),
pero también en nuestro día a día. En el metro, en la calle, en nuestro antiguo
colegio o en la universidad, vemos diariamente mujeres atractivas. La pregunta
es, ¿qué diferencia hay entre una de esas mujeres y una “tía buena”?
Las TÍAS
BUENAS pueden llegar a ser bastante molestas. Estas mujeres, tal y como las
define Ricardo Castella en uno de sus monólogos, son aquellas que no sólo están
buenas, sino que lo saben. Y saben que tú lo sabes. Y te miran diciéndote con
la mirada “¿Ves este cuerpo? ¿Te gustaría tenerlo? Pues no lo vas a tener,
nunca.” Pues bien, hoy no vamos a hablar de ese tipo de tías buenas.
Un caso muy distinto son aquellas
que DICEN que está buenas. Lo dicen constantemente, a los cuatro vientos a todo
el que quiera oírlas (y alguno que no quiera pero pase cerca). Además, para
reforzar su teoría, estas chicas suelen tener una gran experiencia con los
hombres y un numeroso séquito de admiradores detrás. La explicación de esto, contada
para los hombres, es que te repiten tanto lo buenas que están que tú al final
terminas aceptándolo y viéndolas como a tías buenas. La explicación contada para
las mujeres es que son unas furcias (lo cual seguramente ya habíais pensado
vosotras mientras leíais el párrafo anterior).
Estas
mujeres, superficiales y obsesionadas con su físico, suelen resultar muy
divertidas cuando las conoces más a fondo (sin dobles sentidos, que hay gente
que piensa muy sucio por aquí). Chicas bastantes seguras de sí mismas y por
tanto, capaces de reírse de sus defectos, su físico, su relación con los
hombres… Gente con la que puedes pasarlo bien.
Y por último están las tías que
se CREEN que están buenas. No lo dicen y si lo preguntas, contestan que se
consideran del montón, pero en su fuero interno se creen una tía buena por
encima incluso de todas las modelos y reinas de la pantalla, ya que su belleza
“es más real y más interior” (bajo sus capitas de maquillaje, claro), y no se
basa sólo en su físico (casi perfecto), también en su fantástica e intachable
personalidad. Estas chicas también han estado con una gran cantidad de hombres,
pero no como en el caso anterior, con ellas cada chico era especial, ya durase
sólo una semana o saliesen con él mientras continuaban viendo a su ex.
Yo, sinceramente, quiero
ayudarlas. Porque no es fácil ser ellas. No es fácil vivir sabiendo que todo lo
que hace la gente a tu alrededor en el fondo se debe a lo buena que estás,
sabiendo que si alguien hace alguna broma sobre tu físico es porque ha pasado
largas noches sin poder dormir pensando en tu cuerpo. Saber que cualquier
hombre que te mire en la calle es un enfermo, un obseso que solo piensa en
acostarse contigo. No es fácil vivir con tanta gilipollez en la cabeza. Por
eso, desde aquí les envío mi apoyo y una frase que espero que les ayude a vivir
con su problema.
Chicas, no estáis tan buenas.
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