lunes, 15 de septiembre de 2014

Un ejecutivo de la alta dirección cobra un huevo. Al día.

Alfredo tras desayunar el huevo frito del día

“No puedo negar que es un sueldo que te permite comer cada día, pero a las pocas semanas se vuelve muy repetitivo” nos señala Alfredo, quien confiesa haber comprado cientos de libros de recetas a fin de conocer distintos métodos para cocinar un huevo: “duro, pasado por agua, frito, escalfado….”

“Todo empezó como una broma entre compañeros” nos asegura. “Me reencontré con un antiguo amigo del MBA y me propuso trabajar en una empresa innovadora y puntera, cobrando un huevo. Me puse tan contento que ni siquiera miré el contrato mientras firmaba.” Al preguntarle por qué no denuncia a la empresa o busca un nuevo trabajo, responde “Mira, tal y como están las cosas es mejor tener un sueldo fijo, aunque sea este. Además tampoco está tan mal, se puede comer con patatas, en ensalada, con bechamel… “

Mientras tanto los sindicatos no se han quedado de brazos cruzados y luchan por mejorar la situación de este trabajador. “Exigimos que los huevos sean de granja, cultivados ecológicamente. También nos encontramos en negociaciones para que le den una pizca de sal, aunque no estamos seguros del éxito en esta demanda.”

Por su parte Alfredo asegura que “ya se está acostumbrando. Se pueden mezclar con cualquier cosa y ya tienes una tortilla: española, francesa, de atún, de espinacas… O si se te rompe, un revuelto.” 

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