“Meto el
pañuelo azul en el puño y sale de color…”
Me encuentro
actuando para una comunión, en el bello jardín de un restaurante perdido de la
mano de Dios.
“¡Verde!”-
gritan los niños.
“Pues no, ha
cambiado de color, pero esta vez lo ha hecho a blanco.”
Los niños se
sorprenden y aplauden. Los padres se sorprenden y rien. Una de las mejores
cosas de realizar actuaciones de magia es poder ver esa sorpresa en los ojos de
todos los…Espera, ¿qué le pasa a esa mujer? La abuela de la niña de la comunión
no está riendo ni aplaudiendo, está mirando con cara suspicaz mientras estira
el cuello para tratar de ver el interior de mi maletín.
¿Os había dicho que tengo un maletín? Hay demasiadas cosas que utilizar en el show como
para llevarlas todas en los bolsillos, por lo que las guardo en un maletín. El
cual coloco cuidadosamente para que el público no pueda ver su interior. No
porque dentro se puedan ver los secretos (¿qué secretos? si todo es magia
real), sino por si me he dejado alguna muda de recambio allí. Ya sabéis lo
desordenados que somos los jóvenes. Pero vamos, que el interior de mi maletín
mágico no se mira, y ya está.
En fin, la
actuación continúa. Unas cuerdas se rompen y recomponen, variando su forma una
y otra vez.
Todo es tan
mágico, tan… ¿QUÉ HACE LA ABUELITA? Está tratando de rodear mi escenario imaginario
(recordemos que no dejo de estar en un jardín), con la excusa rastrera de
recuperar la pelota de uno de los niños. Cada vez que llega hasta ella, al agacharse,
le da una pequeña patada para mandarla más lejos y acercarse un poco más, en una
actuación que avergonzaría al más torpe de los clown.
Poco a poco me
va rodeando y se acerca el peligroso momento en que se sitúe detrás del maletín.
Peligroso porque puede llegar a ver mi muda de recambio, lo que le restaría
mucha elegancia al espectáculo (recordemos que no es como si tuviera trucos
ocultos en el maletín, toda la magia
está en mí. Y cualquiera que me conozca puede confirmarlo). En mi cabeza veo
como el ángulo de visión de la señora comienza a rozar el interior del maletín.
Quedan escasos segundos.
Consigo
terminar la rutina y, mientras el público aplaude, me dirijo veloz hacia el
maletín, para taparlo con mi cuerpo mientras recojo la pelota del suelo y se la
doy a la señora. “Tome, aquí la tiene señora. Ya puede volver a su sitio a
disfrutar del espectáculo “. ¿Soy o no soy un derroche de educación y
galantería?
Fotografías de los mismos juegos en una actuación anterior.
El resto del
show transcurre sin accidentes, llegando (como suele suceder tarde o temprano
en todo acontecimiento) a su final. Aplausos generales y agradecimiento en
persona de la madre. Qué bonito es mi trabajo. Solo queda recoger y marchar.
Espera…. la
abuelita se está acercando. Veo cómo se prepara para hablarme. ¿Qué veneno
saldrá de sus labios, tras tratar en varias ocasiones de ver “el truco” tras mis juegos de magia?
Abre la boca y
me dice…
“Enhorabuena
hijo, ha estado muy bien.”
¡Fíjate, si
resulta que la señora era un encanto! De hecho estoy empezando a pensar si no
habría ido realmente a por la pelota del crío sin mala fe. ¿Habré imaginado yo
todo, mientras la pobre mujer disfrutaba del espectáculo?
“Solo una
cosa. El último juego que has hecho… ¿Cómo lo haces?”
¡Lo sabía! Será
víbora... Tan solo quería cogerme desprevenida la muy…
“¿El de la
naranja?”, le pregunto. Realizo un juego muy original en el que una carta
elegida aparece finalmente dentro de una naranja. Creo poder afirmar sin
equivocarme que ese juego solo lo realizo yo y un par de cientos de miles de
magos más.
“Si, ese,
hijo.”
“Ah, es muy fácil.“
Veo la emoción en sus ojos a punto de descubrir el secreto “Con magia”.
Puedo ver como
la emoción de sus ojos se transforma en… ¿odio? Es verdad es que la respuesta
lo merece, lo admito, pero si pensaba que uno va por ahí rompiendo el famoso (e
inexistente) código de los magos….
“Ya, si mi hijo
ya me dijo que no me lo dirías…”
Bien, la
señora se rinde. A recoger y a casit...Espera, contraataca: “Pero hombre, cuéntamelo. Si total, ¿a
quién se lo voy a decir yo, en los cuatro días que me quedan?”
¿Pero esto qué
es? Chantaje emocional con su cercana mortalidad… ni el mismísimo Houdini saldría de esta. ¿Cómo se supone que salgo de esta?
En ese momento
mi teléfono comienza a sonar.
“Discúlpeme,
tengo que cogerlo” Nunca he sentido tanto amor por una llamada de Movistar.
“Sí, sí,
claro, cógelo. Tranquilo, yo ya me marcho”
Ufff…
afortunadamente la situación se ha resuelto sin problemas. Aunque juraría que
mientras se va puedo oírla decir “Y no me dice “con magia”, el muy gilipollas…”
El susodicho juego, con un peinado que me asemeja demasiado a un emo y un espectador sin rostro
Pd: A
vosotros, fieles lectores, si os puedo confesar el secreto del juego en el que
aparece una carta en la naranja. Veréis, lo que se necesita es enterrar una
carta pequeñita rodeada de semillas de naranjo. Así, cuando el árbol crece, las
naranjas salen con cartas dentro. Lo más importante es saber qué carta
plantaste, porque es la que luego saldrá. Yo suelo hacer una marca en la
corteza del árbol, pero cada mago tiene sus métodos aquí (y bastante he
desvelado ya).