lunes, 6 de marzo de 2017

ActuAndo II: Un reencuentro

Una mesa llena de naipes. Cuatro sillas alrededor. 
No, no estoy haciendo una función de magia.
También hay en la mesa varias pilas de fichas de póker. Eso debería daros una pista bastante buena de lo que estoy haciendo.

Uno de mis contrincantes, al que acabo de conocer, pregunta a que me dedico.
"Carrera en Publicidad, máster en Guión", respondo intentando no desconcentrarme. O que al menos parezca que entiendo que cojones hay que hacer en este juego para no perder todo tu dinero.

"Hace actuaciones de magia, de teatro, circo... ¡Este chaval hace de todo!"
Ese es mi amigo Fer. Le conocí en un grupo de teatro en mi primera universidad y me presenta a todos como "Mi amigo actor". 
Debí suponer que diría algo.

No me malinterpretéis, estoy muy orgulloso de mis actuaciones. Pero cuando alguien lo dice en una mesa de póker, la reacción del resto no suele ser "Que maravilla, te contrataré e iré a tus actuaciones para disfrutar de tu arte". 
Es más común escuchar una serie de tópicos sobre magos y trampas de juego, preguntas sobre si podrías hacerte rico yendo a un casino y algún que otro comentario acerca de un mago primo de un vecino de su cuñada, de cuya existencia ven imprescindible informarte. 
Y, además, la gente empieza a mirarte más fijamente a las manos.

Pero debo decir que no me esperaba que la frase que siguiera a esa revelación fuera un "¡No jodas! ¡Yo a ti te he visto actuar!"

Si alguien puede calcularme las posibilidades de que un arquitecto que vive en Lavapiés acuda a un pub irlandés por Prosperidad la noche que actúas allí y luego lo reencuentres por un amigo en común, jugando al póker, le agradecería que lo hiciese y lo dejase en los comentarios.


Sospecho que la posibilidad de su asistencia está muy ligada al ligarse a una chica de ese barrio, por si eso ayuda en el cálculo. 
Sospecha que se puede ver incrementada por el hecho de estar hablando durante la siguiente media hora de los mejores espectáculos de magia para llevar a un ligue.  
Por cierto, si alguien tiene curiosidad por cuáles son los mejores, son los míos. Incluso desarrollé una táctica de saludo en el intermedio para que vuestro acompañante vea que os codeáis con el artista. Que no se diga que me intereso por mis fans.

Y, por si esto fuera poco, tras descubrir mi profesión, no se hizo ningún comentario acerca de casinos o trampas de juego.  Supongo que la moraleja de esta historia es que la vida siempre puede sorprenderte.

Bueno, ahora que lo pienso, tal vez se hiciera algún comentario. 
O varios. 
Lo cierto es que llevaba ya algunas copas de vino y, tras la sorpresa del reencuentro, el resto de la conversación perdió bastante interés. 
Tal vez la moraleja sea que todo pasa mejor con unas copas de vino, pero no me parece una moraleja muy adecuada para comenzar estas historias.

En fin, supongo que esta es una historia de “elija su propia moraleja”. Y que no hagáis preguntas a un mago sobre trampas y casinos sin invitarle a una copa antes.


Pd: Para que vieran mi honorabilidad y apreciasen que no hacía trampas de ningún tipo con las cartas, perdí la partida. Lo dicho, todo por mis fans. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario